sábado, 21 de agosto de 2010

12

Hace horas que crucé la puerta que había en el fondo del mar. Era perfectamente consciente de que estando debajo de estas aguas que transportaban la demencia, tenía que ser la puerta a la locura. Pero la crucé. No se aún porqué.
Llevo horas esperando en la sala que había detrás de la puerta.
Es una sala de espera. Tiene sillas, sofás, una mesa, etc. Y al otro lado de la habitación, hay otra puerta. Pero está cerrada.
Aquí el ambiente es caluroso, y me agobia. Me siento acosado por el calor. Y el efecto de la locura sigue haciéndome efecto cada vez más.

- ¡Danny, no llores!

¿Quién ha dicho eso? Me giro en todas las direcciones posibles. Aparece de repente una figura humana. Me está... hablando.

- ¡No llores!

Cada vez que me lo dice, más ganas tengo de llorar.

- Danny, ¿qué te está pasando? Me preocupas.

Ha sido una voz diferente, una voz de chica. Sus palabras me hacen llorar.
Aparecen cada vez más personas, todas cuyas caras conozco, y todos me dicen que qué me pasa, que porqué lloro. Y yo solo consigo llorar más.

De repente, todas las personas desaparecen. Se desvanecen poco a poco hasta que ya no queda nada de ellos...

- Danny...

Alguien me sigue hablando. La voz proviene de... de la roca a la que estoy atado.
De repente, la roca va tomando forma y se convierte en una figura humana, que se abalanza sobre mí y grita cosas incoherentes e inaudibles, con una voz que va pasando de grave a aguda cada pocos segundos.
La cosa me tira al suelo, sigue gritándome sin que yo entienda nada de lo que me dice.
De repente, la cosa deja de gritar. Su forma humanoide va cambiando y se transforma en una bestia, sin ojos y sin oídos, solo es una forma de bestia marrón con boca. Abre su boca, me enseña sus dientes, que parecen mil cuchillos... me muerde el cuello y me clava todos sus dientes en ellos, mientras yo me desangro, y agonizo en el suelo, voy muriendo, mientras que la bestia pronuncia dos últimas palabras con tono de sorna antes de desvanecerse: "Te quiero".

Despierto, de repente. Todo ha sido una ilusión, todo lo ha provocado mi propia locura.
Sigo sentado en esta absurda sala de espera. Tengo una carta en mi mano.
Solo contiene dos palabras:
"Sigue esperando"

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