miércoles, 18 de agosto de 2010

Prólogo.

Me veo náufrago dentro del inmenso mar de mi locura, mientras encima de mi cabeza estalla una tormenta..
Las olas de este mar arrementen con fuerza y rompen en mí, golpeándome una y otra vez,
sin tregua.
Cada ola me trae una situación, un pensamiento, una sensación o un sentimiento.
En mitad de este mar que intenta ahogarme, encuentro la salvación: un pequeño islote en medio de toda la inmensidad
de mi delirio. Me subo al islote, que veo como mi cordura, y me aferro a él para proteger mi débil vida.
Parece que me mantengo a salvo. Me mantengo protegido en mi pequeña cordura, pero la locura quiere poseerme,
y sus olas siguen golpeándome aun estando encima del islote. La marea de mi demencia va subiendo, cada vez más.
Mi lucidez con forma de isla va sucumbiendo a la enajenación y se hunde, y así, también me hundo yo.
Vuelvo a encontrarme náufrago en el agua, pero ya no me quedan fuerzas. Cedo ante los golpes del agua y pierdo
la consciencia. Mi cuerpo está trastornado, y ya no responde a lo que le ordeno. Poco a poco se va hundiendo,
va siendo devorado por mi propia insania, que ha formado este mar.
Puedo ver mi propio cuerpo. Ya no estoy dentro de él. Me miro a los ojos, y a través de mis pupilas, me embarco
de repente en un viaje distinto. Cuando puedo ver lo que me rodea, he abandonado el mar en tormenta donde antes
me encontraba. A través de la pupila de mi ojo sin vida, he iniciado un periplo que culmina en mí mismo.
Puedo verme de nuevo. O más bien, es mi cuerpo lo que estoy viendo. No estoy en un mar, ni en un islote. Estoy
en mi casa, sentado solo en una esquina. Estoy vivo, si es que se le puede llamar vida a esto. Me miro a la cara.
No hay expresión en ella. Aunque sin embargo, mi cuerpo respira.
Esta visión me aterra. Tengo ganas de gritar, de llorar, de volver a meterme en mi cuerpo y manejarlo a gusto.
Pero no puedo hacer nada de esto. Al fin y al cabo, las almas no tienen forma física.
Observo de nuevo a través de la pupila de mi ojo como hice otra vez, esperando que pasara algo de nuevo.
Pero a través de mi ojo solo puedo observar un infierno de dolor, suplicio, tortura, angustia...
Mi mente se está peleando consigo misma, dentro de la cabeza de mi cuerpo inherte pero con vida.
Siento de nuevo ganas de gritar y llorar. Pero no puedo.
Ya lo entiendo.
Ya lo he comprendido todo.
Estoy
loco

No hay comentarios:

Publicar un comentario