martes, 31 de agosto de 2010

16

Mi propio mar hecho de lágrimas, amargas y saladas, me está tragando poco a poco, lentamente, cada vez más.
Llega una corriente diferente. En este mar formado por lágrimas, llega una extraña corriente de distinta densidad, no es la misma sustancia. Es alcohol. Me sumerjo en esa corriente y dejo de pensar. Mi estado de locura se detiene por unos momentos. Navego durante unas horas en esta nueva corriente, que me relaja y me detiene en el tiempo en mi estado.
Pero en cuanto la corriente se va y me deja de nuevo en mi mar de lágrimas, mi cuerpo se ha hecho más pesado y vulnerable, y me hundo más rápidamente.
Lloro, pero ¿como iban a notarse mis lágrimas si este lugar está formado por millones de ellas?

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